11 LA FUERZA
Engel: Mantenerse firme, resolución, persuasión,
enseñanza esotérica, fiereza, energía que quiere salir, manejo de fuerzas,
sublimación de lo animal.
Hales: La contradicción, la pasión, las
fuerzas opuestas, domesticar. Sensualidad, sexualidad, reconocimiento y
aceptación de las oposiciones. Fuerza, paciencia. Compasión. Control suave.
Jodorowsky: ¿Qué clase de fuerza es la que tengo: fuerza intelectual,
fuerza emocional, fuerza sexual-creativa, fuerza material? ¿Me propongo con mis
ideas cambiar el mundo? ¿Me siento ignorante o tant@? ¿Me propongo dar mi amor?
¿Me siento egoísta? ¿Me propongo realizar mis deseos? ¿Me siento impotente o
frígida? ¿Me propongo realizarme? ¿Me siento cobarde? ¿Qué es lo que debo
domar?
11. LA FUERZA: HÉRCULES EN EL TAROT MÍTICO
La carta de la Fuerza retrata a un hombre musculoso y poderosamente constituido, de pelo castaño y rizado, cubierto sólo por un taparrabos. Está empeñado en una lucha salvaje con un león, y ha conseguido enroscar sus manos fuertes alrededor del cuello de la fiera; en el momento crítico de la lucha, sale ganador. Alrededor del hombre y del león se vislumbran las paredes rocosas de una cueva oscura. A través de la boca de la cueva se puede ver un paisaje yermo de colinas pardas.
SIMBOLOGÍA
El león puede ser vencido sólo con las manos desnudas; no sirven instrumentos hechos por el hombre, sino tan sólo los recursos de uno mismo.
La oscuridad de la cueva es como la oscuridad del subconsciente en el que habitan los instintos primitivos, invisibles al conocimiento ordinario.
El taparrabos del Héroe tiene el color rojo-sangre de la vestimenta de Ares, que encontramos en la carta del Carro, porque ha aprendido ya la lección de dominar su agresividad y dirigirla hacia una finalidad creativa.
RELATO DEL MITO: Aquí encontramos al gran guerrero Heracles, llamado Hércules por los romanos, que según la mitología era el más invencible de los héroes. Era hijo de Zeus, rey de los dioses, y de una mujer mortal llamada Alcmene. Hera, la esposa de Zeus, como siempre, estaba celosa del niño nacido del adulterio de su marido, y perseguía al héroe con terribles castigos. Ello lo volvió loco, y él en su locura mató sin querer a su mujer y a sus hijos. Hércules rogó a los dioses que le dieran algún trabajo para expiar sus crímenes, y el oráculo de Delfos le ordenó que se sometiera a doce años de trabajos forzados al servicio del malvado rey Euristeo, al que Hera favorecía. Por eso el héroe se sometió voluntariamente al servicio de la diosa que le persiguió, para expiar un crimen del que ella era principalmente responsable.
El primero de los famosos Doce Trabajos que el rey Euristeo le exigió a Hércules fue el de enfrentarse con el león de Nemea, una enorme fiera con el pellejo duro como el hierro, el bronce y la piedra. Puesto que el león había asolado al vecindario, Hércules no encontró a nadie que pudiera llevarle hasta su cubil. Encontró a la fiera por casualidad, manchada con la sangre de la última víctima. Él le disparó una lluvia de flechas, pero éstas rebotaron indemnes del pellejo grueso del león. A continuación utilizó su espada, que se torció, y después su garrote, que se hizo astillas sobre la cabeza del león. Entonces Hércules cubrió con una red una de las dos bocas de la cueva en la que el león se ocultaba, y se deslizó por la otra entrada. El león sacó una de sus garras, pero Hércules consiguió agarrarle del cuello y le apretó hasta matarle con sus propias manos. Entonces despellejó al león con sus propias garras, afiladas como navajas, y desde entonces usó siempre la piel como armadura y la cabeza como casco, llegando a ser así tan invencible como la misma fiera.
SIGNIFICADO DE LA LÁMINA: A nivel interior, la lucha de Hércules con el León de Nemea es una imagen del problema que supone contener a la fiera poderosa y salvaje que hay en nosotros, pero conservando al mismo tiempo esas cualidades animales que son creativas y vitales. El león es una fiera especial, y refleja un aspecto de la psique humana diferente al de los testarudos caballos de la carta del Carro. El León en la mitología ha sido siempre asociado a la realeza, incluso cuando está en su mayor destructividad, y este rey de las fieras es una imagen de los comienzos infantiles, salvajes y totalmente egocéntricos de una individualidad única. Por eso el León de Nemea no es totalmente malo, sino que posee una piel mágica que puede ofrecer invencibilidad. Esta invencibilidad está relacionada con el sentido de permanencia interno que procede de un sólido sentido de "mí". Cuando llevamos la piel de león al que hemos dominado, las opiniones de los demás, que tanto temor produce en los corazones de los tímidos, importan poco, porque estamos armados en nuestro propio indestructible sentido de identidad.
Por muy prometedor que sea su potencial, el león es salvaje y sañudo. Este rasgo desatado de una persona es la tendencia "primero yo", que quiere destrozar alegremente todo cuanto se le pone por delante, con tal de que esté asegurada su propia satisfacción. La ira es una de las manifestaciones de esta tendencia -no la cólera saludable que podría ser apropiada a una situación, sino un ataque furioso, explosivo, demoledor, que nos da cuando no conseguimos lo que queremos-. La soberbia implacable es otra de sus facetas -no el respeto a uno mismo, sino una autovaloración ampulosa e hinchada que puede volvernos salvajes e inflexibles hacia aquellos a los que estamos subordinados y que nos roban la fama-. El león es, en muchos aspectos, como el niño enfadado que hay en nosotros, que pretende que el mundo gire a su alrededor y destroza ciegamente y sin pensar cuando eso no se produce. Pero si esta fiera es dominada, entonces podemos apoderarnos de su mágica piel, que en términos psicológicos quiere decir integrar el poder vital de la fiera y hacer que sirva a un ego consciente y responsable. Por eso la conquista del león por parte de Hércules no es, en realidad, una carnicería, sino una especie de transformación, para que la fuerza y determinación del animal sean expresadas por un humano y no por una bestia. En esto consiste la ambivalencia de la carta de la Fuerza, porque Hércules pudo limitarse a destrozar a la bestia sin sacar provecho alguno de su matanza. Esta es la cara negativa de Hércules dentro de nosotros: esa especie de fuerza que refrena y reprime todos los instintos sin ninguna transformación, dejando atrás una concha fuerte dentro de la cual vive un alma sin pasión, sin cólera, y sin una verdadera identidad.
La Fuerza (Tarot Rider Waite) Carta 8
Una mujer, sobre cuya cabeza aparece el mismo símbolo de la vida que habíamos visto en la carta del Mago, está entreabriendo las fauces a un león.
El único punto en el que se diferencia esta representación de otras más convencionales es que su benéfica influencia ha subyugado al león. Por motivos que Waite no considera oportuno explicar, esta carta ha sido intercambiada con la carta de la Justicia que, normalmente, es la que siempre suele venir numerada con el número ocho.
La Fuerza, en uno de sus más poderosos aspectos, se halla relacionada con el Misterio de la Unión Divina. Por supuesto, esta virtud actúa en todos los planos y a partir de aquí invierte todas las cosas en su simbolismo.
También está relacionada con la inocencia inviolada (la inocencia preservada) y con la fuerza que requiere toda contemplación; es el dulce yugo de la Ley Divina, cuando ésta ha penetrado en lo más profundo de las almas.
En su sentido más común, esta carta no tiene nada que ver con la auto-confianza, aunque esto pueda ser sugerido, puesto que nos remite a la confianza de aquellos cuya fuerza es Dios, de aquellos que lo han elegido como su refugio.
Y, finalmente, de acuerdo con Waite, existe una relación por la cual el león simboliza las pasiones y que la que es llamada la Fuerza es la esencia más importante de su liberación. Ha pisoteado a la serpiente venenosa y al basilisco y ha conseguido domar al león y al dragón.
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