01 El Mago




1. EL MAGO


Engel: Inteligencia, potencialidad, creador, comienzo de viaje, truhan, ilusionista, transmutador, astucia, labia, abogacía, tramposo.

Hales: Yo soy, inicios, recursos disponibles, la transformación. Exito, poder, actividad, atención consciente, concentración.


Jodorowsky:  ¿Cuales son mis valores y opciones? ¿Qué es lo que debo elegir y qué es lo que debo eliminar? ¿Qué estoy comenzando? ¿A quién o quienes estoy engañando?

Apuntes clase: 
Poder personal, invoca hacia lo alto, al cielo y hacia abajo, la tierra. Capacidad, Rebelde, energético, vital, autoconfianza, recursos, habilidad, flexibilidad. Ve cosas que otros no ven.
Es el joven eterno (Puer eternus o Puella Eternus), (opuesto: Senex= Ermitaño).
Carta de los Artistas.
Negativo: El es un mago, ilusionista, engaño, mentiras, cuenta cuentos.

Tiene en su mesa los 4 elementos, que asimismo representan las 4 funciones:
Tierra = Oros = Función Sensación = Presente (opuesto: Bastos 
Agua = Copas = Función Sentimiento = Pasado (opuesto: Espadas)
Aire = Espadas = Función Pensamiento = Pasado, presente y futuro (opuesto: Oros)
Fuego = Bastos = función Intuición = Futuro (opuesto: Copas)


1. EL MAGO: EL DIOS HERMES EN EL TAROT MÍTICO

La carta del Mago retrata a un hombre fuerte y delgado, de pelo moreno y rizado, que está mirando hacia nosotros en un cruce. Va vestido para el camino con una túnica corta, blanca, y con una capa de viaje, de color rojo oscuro. Con su mano izquierda señala hacia el cielo. Con la derecha señala a una roca lisa que está ante él en el centro de la convergencia de los caminos. Sobre la roca hay cuatro objetos juntos: una copa, una espada, una vara flamante o caduceo, rodeada de dos culebras y una moneda de oro o pentáculo. Detrás de él se puede observar un paisaje yermo, de rocas marrones y grises, continuación del paisaje que encontramos en la carta del Loco. Dos ramas del camino desaparecen en la lontananza rocosa.

SIMBOLOGÍA
La copa representa la Copa de la Fortuna, entendida principalmente como suerte en el amor, porque Hermes es un sabio del conocimiento del corazón.
La espada representa el filo cortante de la mente y su poder, que ha sido dado a Hermes por su padre Zeus.
El pentáculo o moneda señala a Hermes como el dios de la buena suerte inesperada y como el protector de mercaderes y hombres de negocios.
El caduceo es la vara mágica de Hermes, rodeada de dos culebras que representan a todos los contrarios: el bien y el mal, el masculino y el femenino, la oscuridad y la luz.

RELATO DEL MITO: Aquí encontramos al dios Hermes, guía de caminantes, protector de ladrones y embusteros, soberano de la magia y la adivinación, y el que trae la buena suerte inesperada y los cambios de fortuna. Se le llama "el tramposo" porque es falso y ambiguo, no obstante, es el mensajero acreditado de los dioses y el que guía a las almas al mundo subterráneo. 

En la mitología griega, Hermes era hijo de Zeus, rey de los dioses, y de la misteriosa ninfa Maia, que se llamaba también Madre Noche. Por eso él es hijo tanto de la luz espiritual como de las tinieblas primordiales, y sus colores (rojo y blanco) reflejan la mezcla de las pasiones terrenales y de la claridad espiritual que forman parte de su naturaleza.

Cuando Hermes era tan sólo un niño, salió de la cuna con paso vacilante y le robó una manada de vacas a su hermano Apolo, el dios-Sol. Para engañar a Apolo se puso las sandalias al revés, para que el dios airado fuera en dirección contraria a la del culpable. Cuando Apolo al final se enfrentó con él y le preguntó quién había robado su ganado, Hermes se presentó ante él con un regalo: una lira hecha de concha. Hermes hizo alabanzas a su hermano con un lenguaje adulador y melifluo, diciéndole al viejo dios que el regalo era en honor de la extraordinaria habilidad de Apolo para la música. Apolo quedó tan seducido que se olvidó del ganado, y a cambio le otorgó a Hermes un regalo propio: el don de la adivinación. Hermes se convirtió así en el maestro de los cuatro elementos, con el poder de enseñar a los hombres las habilidades de la geomancia (la adivinación a través de la tierra), la piromancia (adivinación por el fuego), la hidromancia (adivinación por el agua) y la aeromancia (adivinación por el aire). El fue siempre adorado en los cruces, donde erigían en su honor estatuas llamadas Hermes y se invocaban sus bendiciones sobre el caminante, el vagabundo y el que no tenía hogar. 

SIGNIFICADO DE LA LÁMINA: En un nivel interior, Hermes, el Mago, es el guía. Eso quiere decir que en alguna parte de nosotros, por muy perdidos y confusos que podamos estar en algún momento de nuestra vida, a menudo tenemos en el subconsciente una perspicacia y unos recursos por los que podemos adivinar cuál es la dirección a tomar y qué alternativas quedan. El Mago no viene cuando le llaman, porque Hermes es un dios astuto y juguetón, y no siempre responde a la que consideramos una situación importante. Viene por la noche, muchas veces disfrazado en las pesadillas, o a través del encuentro con otra persona que de algún modo hace de catalizador por el camino. Hermes puede aparecer también como un repentino presentimiento, o el descubrimiento que uno hace, más que un pensamiento. El libro que uno lee "por casualidad", o la visita casual de un amigo, a una de las infinitas pequeñas "vueltas del destino", son obra del Mago, el guía interior. En cierto sentido el Mago es el maestro espiritual y el protector del Loco, justo como en el mito el dios Hermes mandó coser el no-nacido Dionisio en el muslo de Zeus y cuidó al niño hasta que nació. Hermes, el Mago, es ese poder inconsciente que cuida de nosotros aunque no podamos verle, y que aparece como por arte de magia en los momentos más críticos y difíciles de nuestra vida para ofrecernos orientación y sabiduría.


Hermes no era un dios con el que se pudiera contar para las decisiones corrientes de la vida diaria. Podía ser intrincado y traicionero, y a menudo sus caminos hacían que los hombres y las mujeres se extraviaran en la noche, por sendas retorcidas que dejaban atrás el paisaje conocido y trillado y conducían al caminante hacia parajes extraños y desconcertantes. Seguir nuestra intuición no siempre quiere decir tomar opciones seguras y que den resultado. Muchas veces es todo lo contrario. Pero como Hermes es el maestro de los cuatro elementos, su sabiduría puede penetrar en todas las esferas de la vida: la mente, la imaginación, el corazón y el cuerpo. Sin él no tenemos ningún resorte, y nos vemos obligados a contar con direcciones de los demás, y estamos condenados a caminar como ovejas sobre las mismas huellas gastadas como todo el mundo. El Loco encuentra al Mago sólo después de haber desafiado al precipicio, porque la guía interior no se manifiesta cuando uno está cobijado en el vientre materno.


01 El Mago - (Tarot Rider Waite)

Un joven vestido de mago, con el semblante del dios Apolo, muestra una sonrisa abierta y confiada y una mirada muy viva. Sobre su cabeza está el misterioso signo del Espíritu Santo, el espíritu de la vida, representado como un lazo continuo, sin cabeza ni pies, y que forma la figura de un 8 en una posición horizontal. Aquí, este símbolo convencional de la eternidad, indica específicamente la eternidad alcanzada por el espíritu.
Con su mano derecha el mago sostiene un bastón que levanta hacia el cielo, mientras que su mano izquierda señala la tierra. Este doble signo es conocido como el grado más alto de los Misterios: representa el descenso de la gracia, de la virtud y de la luz originada en lo alto y atraída hacia abajo sugiere el dominio y la comunicación de los poderes y de los dones del espíritu.
Sobre la mesa que se halla situada ante el Mago, están los símbolos de los cuatro palos del tarot que, de forma simbólica, nos sugieren los cuatro elementos de la vida. Están colocados frente al adepto como objetos inanimados que él adapta a su voluntad. En el suelo hay rosas y lirios, la flos campi y el Lilium convallium que forman un jardín de flores y representan el cultivo de las aspiraciones.

Esta carta simboliza el móvil divino del hombre que refleja a Dios, la voluntad de liberarse de sus ataduras y de unirse con aquello que está en el cielo.

También es la unidad y la plenitud del individuo a todos los niveles y, en un sentido más elevado, es el pensamiento en su pureza. Como una referencia ulterior a aquello que hemos definido como signo de la vida y su conexión con el número 8, resulta oportuno recordar que el gnostiscimo cristiano habla de un renacer en Cristo como transformación «dentro de la Ogdoada». El número místico es definido como el Jerusalén superior, la tierra en la que brotaba leche y miel; el Espíritu Santo y la tierra del Señor. De acuerdo con el martinismo, el 8 es el número de Cristo.

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