15 EL DIABLO
Engel: Pasión, locura, perder la cabeza por amor,
enganche, egoísmo, estar atrapado, materialismo excesivo, dominio, obsesión,
dolor, sadomasoquismo,
Hales: Miedos, culpas, obsesiones, pasiones.
Lo que temo. El apego, las cadenas, la autocensura. Poder. Exclavitud, dependencia, materialismo,
excesos.
Jodorowsky: ¿Cual es la pasión que me tiene amarrado? ¿Qué deseo
sexual reprimo en mí? ¿A quién me he vendido? ¿Que tentación me obsesiona?
¿Cuál es mi capacidad creativa? ¿Qué valores que considero negativos en mí,
debo en verdad utilizar para lograr lo que quiero? ¿De qué prejuicios
inculcados por una religión debo liberarme?
15. EL DIABLO: EL DIOS PAN EN EL TAROT MÍTICO
La carta del Diablo, retrata a un Sátiro, una criatura que es medio hombre y medio macho cabrío, bailando al son de la flauta que tiene en su mano izquierda. Con la derecha agarra dos trozos de cadena, cada uno de ellos atado al cuello de una figura humana desnuda. Las figuras -un hombre y una mujer- llevan unos cuernos diminutos como los del Sátiro. Aunque sus manos y sus pies están libres para bailar, las cadenas del miedo y la fascinación por la música les retienen. A su alrededor se divisan las oscuras paredes de una cueva.
SIMBOLOGÍA
El macho cabrío en la mitología estaba asociado a la lujuria y a la indecencia y se consideraba un animal impuro y lujurioso. Pero el macho cabrío simboliza también el chivo expiatorio, la persona o cosa sobre la que la gente proyecta la parte inferior de sí misma, para sentirse más limpia y más recta. Por eso, Pan, el Diablo, es el chivo expiatorio al que echamos la culpa de nuestros problemas.
La cueva oscura y sin puerta significa que Pan habita en el reino más inaccesible del subconsciente. Sólo una crisis puede romper el muro y penetrar en su cámara secreta.
Las figuras de los bailarines son libres, si así lo desean, de sacudirse las cadenas, ya que sus manos no están atadas. Ser esclavos del Diablo, en definitiva, es una cuestión voluntaria de la que la consciencia se puede librar.
RELATO DEL MITO: Aquí encontramos al gran dios Pan, que los griegos adoraban como el Gran Todo. Según la mitología, Hermes engendró a Pan con la ninfa Dryope. El niño era tan horroroso al nacer -con cuernos, barba, rabo y patas de cabra- que su madre se marchó aterrorizada, y Hermes se lo llevó al Olimpo para diversión de los dioses. Pan frecuentaba los bosques y pastos de Arcadia y personificaba el espíritu fértil y fálico de la naturaleza salvaje y bravía. Pero en ocasiones también sabía ser amable con los hombres guardando rebaños, manadas y colmenas. Tomaba parte en las juergas de las ninfas del bosque y ayudaba a los cazadores a encontrar su presa. En una ocasión persiguió a la casta ninfa Siringa hasta el río Ladón, donde ella se transformó en un junco para escapar a sus desagradables e hirsutos abrazos. Allí, puesto que no podía distinguirla de los demás juncos, cortó unos cuantos al azar, e hizo con ellos una flauta, la flauta de Pan.
Del nombre de Pan deriva la palabra "pánico", porque él se divertía dando sustos de repente al viajero solitario. Era despreciado por los otros dioses, aunque se aprovechaban de sus poderes. Apolo, el dios-sol, consiguió de él el arte de la profecía por medio de halagos, y Hermes recogió una flauta que él había dejado abandonada, la reivindicó como si fuera su propio invento, y se la vendió a Apolo. Por eso el brillante dios-sol recibió su música y su profecía de forma ilícita del macho cabrío, el horrible y bravío dios de la naturaleza.
SIGNIFICADO DE LA LÁMINA: A nivel interno, Pan, El Diablo, es una imagen de la servidumbre al aspecto más crudo e instintivo de la naturaleza humana. Como el dios era adorado en cuevas y grutas, rodeado de miedo, su imagen en nosotros sugiere algo que a la vez nos da miedo y nos fascina -los brutales, cabrunos e incivilizados impulsos sexuales que experimentamos como algo malo, a causa de su naturaleza compulsiva-. A partir del comienzo de la era Cristiana, el dios Pan ha sido asignado a la figura del diablo, con su mueca maligna y sus cuernos de cabra, y es despreciado por la gente "espiritual", así como una vez le despreció Apolo en la mitología Griega. El historiador Plutarco relata cómo, durante el reinado del emperador Tiberio, un marinero que navegaba cerca de las islas Equinades escuchó una voz misteriosa que lo llamó tres veces, diciendo: "cuando llegues a Palodes proclama que el dios Pan ha muerto". Esto sucedió al tiempo que el Cristianismo nacía en Judea. Pero la presencia de esta carta entre los Arcanos Mayores del Tarot sugiere que Pan no ha muerto. Lo que pasa es que ha sido relegado a los escondites más bajos del subconsciente, y que representa aquello que nosotros tememos, aborrecemos y despreciamos en nosotros mismos, y que incluso nos esclaviza a través de nuestro mismo miedo y de nuestra misma repugnancia.
El problema de la vergüenza respecto al cuerpo y a los impulsos sexuales, sobre todo esos impulsos que el psicoanálisis ha sacado tanto a la luz en este siglo -las fantasías incestuosas, la atracción hacia las funciones corporales y las excreciones, la sensación de que se trata de algo sucio y perverso, cabruno e hirsuto, horroroso e inferior- es el problema que personifica a Pan. Incluso el hombre y la mujer más "liberados" sexualmente pueden liberar esta secreta vergüenza respecto al cuerpo. Podemos hallar algo noble y romántico en el león rabioso de la carta de la Fuerza, o en los caballos testarudos del Carro. Pero es más difícil percibir la nobleza en Pan. No obstante en la mitología él no era malo, simplemente era bravío, amoral y natural. Es el estancamiento de los humanos que están sometidos al terror y a la fascinación lo que crea el problema. La carta del Diablo significa bloqueos e inhibiciones, generalmente de tipo sexual, que surgen de nuestra incapacidad de entender a Pan. Es verdad que es horroroso, pero es el Gran Todo: la vida brutal del propio cuerpo, amoral y crudo, pero no por eso es menos dios. La energía que gastamos manteniendo al Diablo en su cueva, avergonzado y escondido, es una energía perdida para la personalidad, pero que puede ser rescatada con un resultado inmensamente poderoso si queremos mirar a Pan a la cara. Por eso el Loco tiene que aprender a enfrentarse con los aspectos más bajos y más vergonzosos de sí mismo, o será siempre esclavo de su propio miedo. Entonces, para ocultar su secreto vergonzoso, puede querer ser superior y proyectar su propia bestialidad en otros, arrastrándolos al prejuicio, a la intolerancia e incluso a la persecución de individuos y razas que le parecen "malas".
15 – El Diablo (Tarot Rider Waite)
Un sátiro cornudo con alas de murciélago, prácticamente un auténtico demonio, está sentado sobre un altar, a cuyos pies se hallan atados un hombre y una mujer.
La mano derecha del demonio, se asemeja a la bendición impartida por el Papa en la quinta carta pero, como es natural, la intención es muy distinta.
Con la mano izquierda sostiene una antorcha flameante, mirando hacia la tierra. Sobre su cabeza, aparece un pentagrama al revés.
De una anilla situada en el altar salen dos cadenas a las cuales se hallan aprisionadas por el cuello las dos figuras humanas: un hombre y una mujer.
Existe una analogía con la sexta carta, como si se tratase de Adán y Eva después de la caída a causa del pecado original. De aquí la simbología de las cadenas y la fatalidad de la vida material.
Las figuras tienen una cola que representa la naturaleza animal, pero en sus rostros hay una expresión de la inteligencia humana y aquel que es exaltado por encima de ellos no está destinado a ser su dueño para siempre. Sin embargo, ahora, él mismo es un esclavo, sostenido por el mal que hay en él y ciego ante el enfrentamiento de la libre elección de servir.
Según Waite, el verdadero significado de esta figura es «aquel que reside bajo el umbral del jardín místico, donde ha sido conducido tras haber probado el fruto prohibido».
TAROT EGIPCIO - La Pasión
Plano Espitirual: El primero es el símbolo del nudo, que es representación de los vínculos negativos, de ataduras e impedimentos y del hombre que permanece encarnado.
Por el centro emerge la cabeza de la divinidad. Está representada con cuernos que al ser horizontales indican la separación evidente que existe entre la parte espiritual y la mental. A cada lado de los cuernos se ven sendas cobras (Encarna los opuestos, la dualidad de la existencia humana. Por un lado simbolizan las fuerzas del Caos, la traición a las leyes divinas y el sufrimiento que esto conlleva. Por otro lado es benéfica y protectora al representar la astucia y la cautela, la sabiduría y el conocimiento, el poder, la fertilidad, el Sol, la resurrección a una nueva vida y la eternidad. Las cobras sólo castigaban a aquellos que lo merecían) y sobre la cabeza de cada una de ellas, un huevo (aluden a los cambios y a la renovación. Simbolizan los testículos como generadores de vida)
Por último, en el centro de los cuernos se ven dos plumas de avestruz (Alegoría del análisis y el discernimiento que es necesario realizar frente a las emociones con el fin de que estas no dominen ni confundan nuestra mente)
Plano Mental: La figura principal representa al dios Seht. Personifica la oscuridad, siempre se le vinculó con la malevolencia debido al asesinato de Osiris. Representa lo oculto y las tinieblas.
En su mano derecha sostiene una cobra y en la izquierda, un cetro Uas, símbolo del poder.
Seht tiene cuerpo de hombre y pechos de mujer. Así indica su naturaleza confusa, la fuerza masculina y la sutileza y seducción femenina.
Plani físico: En este plano se observa un triángulo (representa al hombre dividido en cuerpo, mente y alma) de color azul (Ilusión. La profundidad del mundo inmaterial, la vida interior, el infinito, la verdad eterna e inmortal.) que dentro de sí contiene a otro triángulo de color negro (Dolor y sufrimiento). Esta figura tomada en su completud simboliza una tumba (la muerte en vida).
Simbología de Base: En primer término aparecen los símbolos de Neptuno en Leo: Imaginación y creatividad que potencian las dotes artísticas. Capacidad para captar cuestiones esenciales.
Del lado derecho, en primer término, está la letra hebrea Samej, que simboliza el camino que se sigue sin discernimiento, sin cuestionarse y sin precaverse del riesgo de encerrarse recorriendo un círculo vicioso. Representa los apegos y las pasiones sobre las que uno se apoya, y que al final nos encierran como en una trampa. Paradójicamente, se sigue este camino buscando la seguridad y el apoyo, sin darse cuenta que se ha hecho un pacto difícil de romper. En ese sentido, Samej se muestra como el destino, un movimiento circular, que puede ponerse en tensión como la cuerda de un arco o como la serpiente del Génesis.
Esta letra también simboliza el “soporte del mundo” , sin el cual éste se desmoronaría. Es el árbol de la Vida de la tradición, el árbol del conocimiento del bien y del mal del jardín del Edén, el árbol de los sefirot. Pero esta letra también simboliza el fin de un ciclo después de haber atravesado una encrucijada.
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